Seamos honestos: Halloween ya no sorprende a nadie. Calabazas por todas partes, disfraces reciclados y el eterno desfile de vampiros o zombies que no asustan a nadie.
Y sí, puede ser divertido… pero este año quizás no quieras sumarte al caos del azúcar, las calabazas y los esqueletos de plástico. Tal vez lo que necesitas no es una fiesta, sino un respiro con alma otoñal.
Por eso, en lugar de disfrazarte, ¿qué tal si apagas el ruido exterior? y celebras esta noche desde tu propio espacio, con calma, con música suave, con el tipo de energía que te reconecta con lo que te gusta ser cuando nadie te mira. No necesitas telarañas falsas ni luces naranjas; solo una casa que huela a canela, lavanda o a ese aroma de vela que nunca sabes describir pero te hace sentir bien.

Ahora, ¡atento!
Que te contaremos de donde viene Halloween y sabrás que antes de convertirse en una avalancha de dulces y disfraces, esta fecha tenía un sentido muy distinto.
Un poco de historia
Su origen se remonta al antiguo festival celta pagano llamado Samhain, que marcaba el final de la cosecha y el comienzo del invierno.
En esa época (según las leyendas y tradiciones espirituales celtas) se creía que el velo entre el mundo de los vivos y los muertos se volvía más delgado, y de ese modo las almas podían cruzar por una noche, desde el más allá.
Por otro lado, el cristianismo celebra el 1 de noviembre el día de Todos los Santos; razón por la cual, la noche del 31 la transformó en la víspera del Día de Todos los Santos, conocido como All Hallows’ Eve (en inglés antiguo, “la noche de todos los santos”).
De ahí nació la palabra Halloween, una versión acortada de esa expresión.
El resultado fue una mezcla de rituales paganos y celebraciones religiosas que, siglos más tarde, sobre todo en Estados Unidos, se popularizó hasta convertirse en lo que hoy conocemos: una noche comercial, feamente divertida, llena de chuches para atraer a los niños pero vacía de significado.

Ahora bien, ¿qué hacer si no quieres estar sumido en la corriente de Halloween? Aquí te damos algunas ideas, para que disfrutes esta noche ya sea en compañía o solo/a.
1. Genera el ambiente adecuado
Convierte tu noche en un pequeño retiro personal. Prepara el ambiente con velas, incienso o aceites esenciales, pon música suave y escribe una lista de cosas que agradeces y de las que quieres soltar. Acompaña el momento con una copa de vino o un delicioso té.
Un ritual minimalista para limpiar la mente y renovar energía antes del invierno.
2. Cata entre amigos
En lugar de fiesta de disfraces, organiza una cata íntima de vinos o cócteles (vino tinto, martini, negroni o los que más te gusten).
Apaga las luces y deja que solo te iluminen las velas: crea misterio sin máscaras.

La versión sofisticada de Halloween para quienes prefieren el arte de conversar.
3. Cena especial
Prepara una tabla de quesos, frutos secos y pan artesanal o, si te da la vida, crea un menú de temporada con ingredientes otoñales: calabaza, setas, nueces; no olvides el postre, prepara esa tarta que tanto deseas…
ya se siente el olor a pastel de manzanas y canela recién horneado.

Invita a tus amigos más cercanos, pon un vinilo o una lista de jazz, o la música que más disfrutes y deja que fluya la charla.
Menos ruido, más conexión real. Una noche que se saborea, no se disfraza.
4. Cine con alma
Olvida las películas de terror cliché. Opta por una sesión de cine que te llene el alma: clásicos en blanco y negro, dramas estéticos o películas con hermosa fotografía o temática de misterio. No olvides acompañar la película con palomitas y mantas suaves.
5. Noche de historias
Enciende velas, apaga las pantallas y rescata el arte de contar historias. Pueden ser anécdotas reales, relatos poéticos o incluso cartas antiguas y si estás solo, un buen libro de misterio se convierte en la compañía ideal.

6. Spa nocturno
Convierte tu baño en un pequeño santuario. Sales aromáticas, música ambiental y un toque de aromaterapia. Pasa un Halloween sin máscaras… literalmente.
7. Taller de calma
Si te gusta lo creativo, dedica la noche a pintar, hacer collage o escribir esa carta o esos recuerdos que tienes pendiente. Porque celebrar también puede ser crear.
Entonces; ¿te atreves a salirte de la corriente y crear tu propia versión de la noche del 31?… ¡nosotros lo haremos!
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